El ejercicio de la crítica sobre los abusos de poder político y económico del régimen autoritario del PRI, en las décadas de mayor abuso institucional de los setenta y ochenta, fue denunciado por Octavio Paz, Gabriel Zaid y Enrique Krauze. Desde una visión universal de las ideologías, Octavio Paz exigía como higiene moral de la vida pública mexicana un examen de conciencia -en el sentido cristiano del término-, a quienes con sofismas repudiaban de las libertades políticas y económicas. Recuerdo lo anterior al leer el reciente artículo de Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, El nuevo paradigma mexicano, publicado en la revista Nexos. Convertidos al liberalismo más ortodoxo, Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, quienes en el pasado inmediato de la vida pública mexicana defendían justamente lo contrario a sus diez mandamientos liberales. En ese sentido, Octavio Paz y Enrique Krauze, son la vena liberal -entiéndase fundamentalmente el liberalismo político- más consistente y que en los tiempos nublados de la cultura política mexicana hablaron de la democracia sin adjetivos, entendida en su dimensión política y no en el lenguaje económico en que ahora hablan Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda.
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